lunes, 21 de junio de 2010

Una fresca mañana de invierno

No eran más de las siete y media de la mañana cuando un delgado rayo de luz pero a la vez potente, entró por un pequeño agujero de la persiana de María, lo cual hizo que se despertara. Adormecida se levantó para bajar del todo la persiana y así poder dormir. Como si fuera una pluma se abalanzó de nuevo sobre la cama. Poco más tarde ya se le podía oír un suave ronquido, lo cual indicaba que ya no era consciente de sus actos. Pasaron más de las once y media de la mañana y al fin, un cosquilleo en su brazo hizo de nuevo que se despertara. Intentó seguir durmiendo, pero a pesar de que ya era un poco tarde, no pudo conciliar el sueño. Se levantó decida a aprovechar esa fresca mañana de pleno invierno, levantó la persiana de su habitación y de nuevo volvieron a entrar esos luminosos rayos de luz que iluminaban toda la habitación.
Salió a desayunar, abrió el frigorífico y sacó de él las cosas necesarias para un buen desayuno, un tetra brik de leche y una manzana, después, sacó el tostador y pan, con el fin de prepararse unas  tostadas. Cuando ya hubo terminado, encendió el calentador y fue directa a darse un buen baño relajante. Llegó al cuarto de baño, cogió su móvil y puso una canción relajante, después, encendió el grifo de la bañera e hizo que se llenara hasta más no poder, teniendo en cuenta que no la podía llenar del todo ya que al meterse ella el nivel del agua subiría. Se desnudó y se metió a la bañera. Siempre que se daba un bañito se olvidaba de todo por un momento y dejaba su mente en blanco. Pasaron veinte minutos en los cuales no se escuchaba apenas ni un solo ruido, al pequeño rato, salió de la bañera, se secó y fue hasta su habitación. Una vez allí, abrió su vestidor y de él saco una reluciente camiseta blanca de manga larga y unos pantalones negros. Cuando ya se hubo vestido se puso unos zapatos color negro, y poco después, fue de nuevo al cuarto de baño para peinarse.
Ya había terminado, así que cogió sus llaves, salió de su apartamento y cerró la puerta con llave. Se dirigió hacia la parada de autobús más cercana, y esperó allí hasta que pasara el autobús que le dejara en el centro de la ciudad. Se sentó en un sitio en el que alrededor suyo no había mucha gente, ya que quería leer mientras que no llegaba a su destino. En un abrir y cerrar de ojos le pareció a María que había llegado, pero no era así, porque había tardado diez minutos, pero como estaba leyendo se le pasaron muy breves dichos minutillos. Se guardó el libro en su bolso y siguió con su destino "Las rebajas" (de invierno), al igual que María, también había mucha gente con ese destino.
Ella iba a una tienda en especial, la cual era "El corte inglés", en aquel lugar quería comprarse un montón de cosas, sobre todo ropa y zapatos, como no. Aquello era un caos, como era el primer día de las rebajas pues había muchas personas, y algunas de ellas peleándose por una prenda, que al final acabaría rota por la fuerza que harían tales personas. Vio un vestido rojo cereza que le encantó, al comprobar que era su talla, quiso ir a probárselo. Una vez que ya lo tenía puesto decidió comprárselo, ya que le favorecía mucho. No compró mucho más, bueno lo que se entienda por dos pares de zapatos y un bolso.
Después de muchos perdón, paso y se puede usted apartar, consiguió salir de aquel barullo de gente. Pensó que con lo que había comprado era suficiente, así que de nuevo se fue hacía la parada del autobús. Divisó que el bus que ella buscaba estaba allí y que iba a efectuar su salida. Se apresuró la máximo que pudo y logró coger el autobús. Esta vez en vez de sacarse un libro, decidió ponerse a escuchar música y lo hizo. Bajó de la parada con una de las manos llena de bolsas, las cuales pesaban un poco, pero se tuvo que aguantar hasta que llegara a su piso. Al fin llegó, pero lo hizo sin circulación en la mano, debido al peso de las bolsas. Un vecino que en ese momento bajaba decidió ayudarle, así que le abrió la puerta, le cogió las bolsas y se las llevó hasta el apartamento de María. Ésta se lo agradeció, él le respondió que no era molestia y cada uno siguió su camino.
Abrió la puerta de su casa y fue directa a su habitación para dejar todas las bolsas encima de su cama. Una vez hecho, tomó la decisión de que quería descansar un poco. Se relajó un ratito y cuando decidió que ya era suficiente se puso a hacerse la comida. No sabía que hacerse de comer, así que fue a por lo más fácil, cogió unos spaguettis de sobre y se los hizo. Mientras que el agua no hervía se puso a poner la mesa. Cuando el agua por fin empezó a hervir echó los spaguettis en el cazo. Pasaron los veinte minutos que se necesitaban para que se hiciera la comida, así que los sacó del cazo, los puso en un plato hondo y se los sirvió. Al terminar, fregó los platos, quitó la mesa y se echó una siesta, que duraría unas tres horas, hasta las seis de la tarde. Como no se podía dormir bajó la persiana, pero no del todo.
De nuevo hubo algo que la despertó, lo cual era una fresca y ligera brisa, pero no se despertó a la hora que ella quiso, sino que se despertó media hora después, a las seis y media. Estaba agotada, no sabía que hacer, así que se puso a ver la televisión, pero como no había nada interesante se puso a seguir leyendo su libro. Cuando se vino a dar cuenta de la hora eran las ocho, esa hora le gustaba mucho, porque era la hora en la que echaban en la tele un documental sobre la fauna de la península. Una vez terminado quiso cenar y se puso a hacerse un bocadillo. Se lo hizo vegetal y cuando lo hubo terminado puso la mesa. Cenó tranquilamente viendo la tele, que en ese momento ponían "La que se avecina". Terminó la cena, recogió la mesa y decidió acostarse. Apagó todas las luces de su casa, y se dirigió a su habitación. La única luz que dejó encendida fue la de su habitación, ya que iba a terminar de leer el libro.
Por fin lo terminó de leer, se hicieron las diez de la noche y ella agotada, decidió dormir después de un largo día, y así fue. Antes de dormirse fue a la cocina a por una botella de agua que todas las noches se llevaba a su habitación por si por la noche se despertaba y tenía sed, que no se tuviera que levantar. Volvió a su habitación y por fin, se dejó caer a su cama como una pluma de un pájaro cuando se le cae, despacio y suavemente, dejando de por sí, un triste silencio.


By: À Droite.

4 comentarios:

  1. Mola -^^-
    Por cierto...bonita foto ¿de quién será? :D

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  2. Me encanta^^
    Guadix tiene razón la foto mola mucho y la historia claro. Eso sería lo que cualquier mujer llamaría "Mi día de gloria"

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  3. Me recuerda a mis mañanas. Solo que yo cojo el bus para ir a la universidad :P
    Me ha encantado el post!

    Besos. María

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